[El falsificador de pintura Tom Keating] usaba trucos, él aplicaba glicerina sobre la última capa de sus cuadros, después ensuciaba sus cuadros y tarde o temprano la avidez por el dinero llevaba a que el mercader quisiera limpiar el cuadro para poder vender esta falsificación más cara. Y entonces los cuadros explotaban porque la glicerina en contacto con los productos que se usaban para limpiar los cuadros no eran compatibles. O escribía sobre un Rembrandt insultos o cosas como «falsificación» con letras enormes y con un color que se empezó a conseguir recién cuatrocientos años después de Rembrandt, y entonces ya se sabía que algo no estaba bien en este cuadro.
Diane Grobe
Dir. Museo de la Falsificación de Viena
Documental:
Déjà vu. Arte, artimañas, avaricia.